Con la excusa de que es una lástima perder personal muy cualificado por razón de edad y también porque se argumenta que supuestamente no hay personal suficiente para ocupar todos los puestos de la organización militar, se han ido asignando destinos a personal en la reserva. Y no se trata de destinos irrelevantes y relacionados con actividades poco operativas. Por el contrario, se trata en muchos casos de puestos importantes. La gestión de personal, el mantenimiento y el abastecimiento, así como otras muchas funciones esenciales de la organización militar han sido asignadas a personal en la reserva, principalmente generales y coroneles.
Simultáneamente, existe un descontento e inquietud crecientes entre el personal perteneciente a la Escala de Oficiales de las Fuerzas Armadas en relación con la política de ascensos. Este personal ha visto mermadas sus expectativas de promoción profesional a lo largo de los últimos veinticinco años. En este momento, la tasa de ascenso a coronel, que era el empleo natural de pase a la reserva en el momento de ingreso en las Fuerzas Armadas, es la más baja de la historia. La mayor parte del personal de esta escala finaliza su carrera militar en el empleo de teniente coronel.
Así pues, la práctica de asignar puestos relevantes de la organización militar a personal en la reserva, que ha ido incrementándose sin control en estos últimos años, resulta cuestionable, por su falta de trasparencia y de criterios objetivos; ofensiva, considerando el gran número de oficiales que no están ascendiendo al empleo de coronel, habiendo puestos que requieren este empleo; e injusta, pues sólo se da colocación a la escala de oficiales, creando un agravio comparativo con los suboficiales y la tropa y marinería.
Parece que asignar puestos a personal en la reserva resulta más cómodo que luchar por una revisión de las plantillas que asegure una adecuada carrera profesional al personal en activo.
No nos oponemos a que personal en la reserva, que por edad deja el servicio activo pero que atesora todavía conocimientos y experiencia suficientes, sean considerados en caso de movilización general y, en anticipación a esta circunstancia, sean activados temporalmente con motivo de ejercicios o comisiones de corta duración, a los efectos de mantener por el mayor tiempo posible su entrenamiento.
Sí nos oponemos a su empleo continuado ocupando puestos de la organización militar, impidiendo de este modo que sean ocupados por personal en activo, promocionándolos adecuadamente.
Si existen puestos que resultan poco útiles para personal en activo, es posible que también sean poco útiles para personal en la reserva. Los Ejércitos deben realizar un esfuerzo de reorganización de sus estructuras para hacerlas más eficientes. Por otra parte, los puestos para personal en la reserva deben ser pocos, determinados con un criterio claro y común para todos los Ejércitos y asignados por rigurosa antigüedad.