Desde hace tiempo, algunos individuos vienen animando a los militares a denunciar situaciones irregulares o, simplemente, conductas que no les parecen adecuadas.
En las Fuerzas Armadas, como en cualquier otra organización, existen y existirán actuaciones cuestionables, pero la forma de luchar contra ellas no es y nunca será la denuncia escondida en el anonimato, que en muchas ocasiones busca otros objetivos inconfesables.
Las Fuerzas Armadas cuentan con innumerables mecanismos para denunciar irregularidades; desde el parte por escrito a la autoridad superior a la que pudiera estar implicada, hasta los procedimientos para tramitar quejas. Todos ellos tienen en común la comunicación individual y por el conducto reglamentario.
Desde TERVIES siempre apoyaremos a aquellos, especialmente si son socios de nuestra Asociación, que, por denunciar una irregularidad o manifestar una queja, puedan ser perseguidos por parte de algunos elementos de la organización que confunden su opinión con el interés general. Estaremos vigilantes frente a cualquier represalia que se pudiera adoptar contra aquellos que denuncien, siguiendo los cauces reglamentarios, lo que a su juicio consideren injusto, discriminatorio, arbitrario o ilegal.
Pero, del mismo modo, manifestamos claramente nuestro rechazo hacia aquellos que denuncian fuera de los cauces establecidos y sin el valor de firmar con su nombre y apellidos dichas “denuncias”. La experiencia demuestra que a su cobardía se suele unir la inexactitud, cuando no la mentira deliberada, sobre los hechos denunciados: sesgados, descontextualizados, exagerados, inventados…
La disciplina exige informar sobre estos malos profesionales a sus superiores y los valores que rigen la actuación de los miembros de las FAS exigen aislarlos, pues en ningún caso pueden ser considerados compañeros quienes no respetan los principios esenciales de la Institución militar a la que dicen servir.
Nuestra Asociación, que busca la regeneración y no la reivindicación, anima a todos los componentes de las FAS a buscar la justicia y el interés general, afrontando con valentía los riesgos que esto pudiera suponer, pero nunca desde la denuncia anónima y en muchas ocasiones falsa. Lo primero es un acto valiente de justicia, lo segundo una cobardía miserable.